Después de la polémica prueba Ser
Bachiller, han llovido las críticas que señalan que la educación está mal. Es
verdad que anda mal por muchas causas, entre ellas la drogadicción, pues una de
las promesas de campaña de Moreno fue cero tolerancia, pero la tabla de consumo
mínimo de dos gramos no ha sido derogada y el microtráfico campea en escuelas y
colegios; los alumnos drogados no aprovechan las enseñanzas ni respetan a los
profesores, que más bien temen ser denunciados por los padres de familia en los
distritos, por tratar de imponer disciplina y sin esta la educación fracasa.
La Ley de Educación Intercultural
debe ser reformada porque mejor era la anterior al correísmo. Ahora se comete
el craso error de contratar o nombrar a profesores que no son especializados en
ciencias de la educación, sino profesionales de otras ramas que desconocen lo
básico de la pedagogía y la didáctica; cualquiera no puede ser maestro, pues el
empirismo fue superado por el conocimiento científico.
Los profesores fallan en la enseñanza
de matemáticas, física, lenguaje, inglés porque no son profesionales en
ciencias de la educación; además a los especializados, en muchos colegios, se
les asignan materias que no les corresponden para completar las horas de
trabajo porque no nombran docentes; así encontramos a profesores de comercio
enseñando literatura, de estudios sociales enseñando inglés.
Los laboratorios de física,
química, biología, ciencias naturales que entregaron hace treinta años no
tuvieron mantenimiento o no los actualizaron, de tal suerte que no están aptos
para la enseñanza y aprendizaje.
Se viene reclamando
insistentemente que en la malla curricular es necesario retomar asignaturas
como cívica, moral, valores, historia del Ecuador.
Los gobiernos no deben descuidar
la educación porque es la base de la prosperidad de un país y la acción más
certera de evitar los abusos de poder.
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