Pareciera que somos un país tocados por las manos del diablo. Bien dijo el papa Juan XXIII que el hombre ya no es para el
hombre hermano bueno, misericordioso y amable. Estamos llenos de malas
noticias que informan de todas las clases de delitos posibles que se comenten
diariamente. Hay pocas buenas noticas que destacar. La ficción ha superado a la
realidad. Ahora no matan solamente los sicarios, sino hasta un menor de 15 años
a sus abuelitos, que lo cuidaban y protegían, por el simple hecho de que lo
reprendieron; niños con armas de juguetes asaltan; existen muchos menores de 18
años que integran fuertes bandas de delincuentes mayores. Alguien tiene que
ayudarlos a salir de la delincuencia.
Puesto en boca de los políticos hasta el Padre Nuestro
sería una blasfemia. El desprestigio por sus actividades ilícitas es notorio. Ojalá
el pueblo no se equivoque nuevamente y vote bien informado por el mejor
programa. No hay que dejarse convencer por populistas que pagan $10 y dan un
seco de pollo o de chivo por ir a una marcha política.
En nuestro país la vida no vale nada, pues no
respetan ni al terrible Coronavirus. En 18 provincias resulta difícil parar a
los que juegan voleibol e indor fútbol, sin mascarillas, en los barrios porque
se creen sobrados, a los grupos que beben licor a tragos largos en cualquier
sitio, a los que organizan fiestas clandestinas para consumir drogas... Y como
si fuera poco agreden y hieren en pandilla o en familia a los policías. Recordemos
que estamos en Estado de Excepción y no de decepción; así es que hay aplicarlo
con fuerza ante el inminente peligro del rebrote del Coronavirus por culpa de
estos irresponsables.