La mala hora de Janeth Hinostroza
la llevó a generalizar con el calificativo de indisciplinada a la ciudad de
Guayaquil, que según ella debe ser aislada del resto del país; sus habitantes
deberían sacar aquello de “madera de guerrero”, entre otras cosas… se
contradice cuando manifiesta que los ecuatorianos debemos permanecer unidos.
Luego de ser tratada de
regionalista y persona no grata se disculpó aduciendo que todo es por la
tensión del difícil momento que vivimos; la tensión es enemiga de la
objetividad, no meditó que palabra suelta no tiene vuelta.
La noticia debió comentarse con
mesura, pues hay en Guayaquil ciertos sectores conflictivos, que no negamos que
desobedece disposiciones legales, a pesar de la organización
de los barrios denunciantes y la acción policial; mientras las personas
honradas de los sectores salen a vender diariamente sus productos.
Los guayaquileños no somos ni
ángeles ni demonios, estamos en la dorada vía media de la que hablaba Confucio,
somos personas normales.
Las críticas de Janeth Hinostroza
cayeron como fuego por sus arrebatos de elocuencia. Decía Camilo José Cela que
el periodista no es el eje de nada, si no el eco de todo y que el periodismo no
es ni el carnaval, ni la cámara de los horrores, ni el museo de figura de cera.