La gente que no entiende mucho de
política porque no lee los diarios ni ve los noticiarios de televisión y
manifiesta que detesta la política, preguntan siempre por qué no se acaba el
correísmo, por qué siguen en la Asamblea, por qué siguen en ciertos puestos…
Pues bien, los partidos fuertes como el
de Correa que gobernó durante diez años ininterrumpidos contra viento y marea,
no desaparecen fácilmente de la escena política, mientras sus caudillos y los
fieles seguidores se mantengan en actividad, mientras sus adeptos opinen que
con él estaban mejor, que no importa que hubo robos, pero emprendieron y
cristalizaron grandes obras.
Poco a poco fue decayendo, por ejemplo,
un partido fortísimo como Concentración de Fuerzas Populares, CFP, después de
la muerte de su dirigente Assad Bucaram, don Buca; carismático y ejecutor de
políticas relevantes.
Como Nostra Damus, el cinco veces
presidente de la República, José María Velasco Ibarra, sentenció: “El
velasquismo muere conmigo”; igual camino siguió el Partido Nacionalista
Revolucionario después del fallecimiento del popular Carlos Julio Arosemena
Monroy.
El gran problema de los partidos, según
los politólogos, es que sus líderes o caudillos no formaron a un reemplazo
idóneo; Correa no lanzó a la candidatura presidencial a Jorge Glass porque
sabía que no iba a triunfar, por eso confió en Moreno, pero le salió el tiro
por la culata porque no siguió con él, se rebeló.
El partido que ha permanecido fuerte en
la lucha política es el Social Cristiano, que fundó Camilo Ponce Enríquez en
1952 y llegó a la presidencia (1956-60). Luego obtuvo otra presidencia de la
República con León Febres-Cordero Rivadeneira (1984-1988); su posible candidato
es el exalcalde de Guayaquil, Jaime Nebot, a las futuras elecciones
presidenciales.
Los ciudadanos no deben
odiar la política, como dicen muchos, porque es el arte de gobernar en favor
del bien común; deben estar bien informados, ser responsables de escoger de
candidato que presente programas realistas y no ofrecimientos populistas, los
pueblos tienen los gobernantes que se merecen.
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