Vivimos el estado febril de un pueblo enfermo en lo
económico y social. La juventud ecuatoriana no es “el divino tesoro” al cual
cantó el poeta nicaragüense Rubén Darío porque para un considerable porcentaje
de ella no hay fuentes de trabajo ni universidades suficientes para estudiar.
El joven sin trabajo ni estudios se desespera y lamentablemente transita por el
triste camino de la delincuencia, pues cada día hay más jóvenes que integran
bandas de asaltantes o microtraficantes, así lo ha reconocido la Policía.
En las bandas delictivas Chone Killer, Choneros, Latin King,
Los lagartos la mayoría de sus integrantes son jóvenes descarriados, sin oficio
ni beneficio; también son jóvenes los que como zombies deambulan por las calles
guayaquileñas pidiendo dinero para comprar droga y consumirla a vista y
paciencia de todos; son jóvenes los dos que viajan en una moto y al menor
descuido, con armas en manos, nos amenazan para robarnos especialmente los
celulares; son jovencitas las que cerca de las calles guayaquileñas Gómez
Rendón y la 18 se ofrecen como frescas trabajadoras sexuales en las esquinas o
en los paraderos de los transportes.
Ofrecieron empleo y no los crearon, más universidades y no
las fundaron, cero tolerancias a la droga y no cumplieron; todo quedó en
promesas, es tarea de los candidatos presidenciales demostrarnos cómo van a
resolver la falta de universidades, el desempleo el consumo y microtráfico de
drogas, el problema de la delincuencia y prostitución juveniles; que galopan al
abismo.