La artesanía colonial ecuatoriana
fue famosa mundialmente porque dio a luz una escuela que hizo de la pintura
religiosa y la nombrada “talla quiteña” un arte muy apreciado.
El origen del trabajo en madera
es del siglo XVI. Casi inmediatamente después de la colonización española se
establecieron en Quito escuelas de pintura, escultura y carpintería. Estas
artes se aplicaron a la fabricación de utensilios y muebles de uso diario y
también de arte religioso, que convirtió a los templos en joyas de madera.
La talla se ha transformado, hoy,
en arte que estiliza las figuras hasta lograr diseños abstractos; sin embargo,
en muchos lugares la tradición sigue, como por ejemplo en San Antonio de Ibarra
(provincia de Imbabura), que fabrica las mejores piezas de madera del país. Los
artesanos dedican su arte cultural a las imágenes religiosas, razón por la cual
se los denomina santeros; pero no solamente esculpieron figuras, sino también
retablos y altares para las iglesias de Ecuador y de los países vecinos.
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