Clemente Yerovi |
Colocó una maleta en la puerta
del despacho. Cuando le iban a pedir algo decía: “¿Ven esa maleta? Yo me voy. A
mí me pidieron que viniera, yo no pedí venir, si no me dejan trabajar me voy”.
Gobernó con la maleta hecha. Manifestaba de sí mismo, con jovialidad, que era
campesino y que su saber era muchas veces el del pueblo. No se dejaba ilusionar
fácilmente, pero tenía fe en las virtudes de las personas.
Caída la Junta Militar
(1963-1966), las Fuerzas Armadas, convocaron a una reunión de notables, entre
ellos a los expresidentes Isidro Ayora, Galo Plaza y Camilo Ponce. En esa
reunión se resolvió designar presidente interino a Clemente Yerovi Indaburu.
Ejerció el poder supremo de la República desde el 30 de marzo al 16 de
noviembre de 1966, y a todos nos consta que pese a estar investido de aquellos
poderes supremos, fue uno de los gobernantes más respetuosos de la ley y el
derecho de los ciudadanos.
Elevó la reserva monetaria de los
295 a los 700 millones de sucres. Estimuló grandes obras públicas como el
puente sobre el río Guayas, Rafael Mendoza Avilés.
“Gobernó con elevación, serenidad
y probada competencia, por manera que, en poco tiempo, logró enderezar la
economía nacional, deteriorada por anteriores desaciertos (…).
Desafortunadamente la administración de Yerovi fue corta, pues habría de
cumplir el encargo que se le había hecho: convocar a Congreso Constituyente, y
devolver a él los poderes recibidos de las Fuerzas Armadas solo para
restablecer la legalidad”, escribió justicieramente el historiador Alfredo
Pareja Diezcanseco.
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