Todas las
flechas apuntan contra el presidente Moreno porque en lo económico y social no
andamos bien. En el tiempo de las elecciones presidenciales, el excandidato
Guillermo Lasso manifestó que Lenín era el Maduro ecuatoriano.
Hace poco el
expresidente Osvaldo Hurtado declaró que no hay presidente; porque recibe
opiniones, pero no tiene una propia, no entiende de economía. Pero ahora que
resolvió suprimir valientemente los subsidios de los combustibles, de acuerdo
con los criterios de los que saben de economía, para unos está en lo correcto;
para otros, no.
El país está dividido porque los correístas han llevado el debate a la cancha política, a instigar la destrucción, pues quieren encontrar ahí la causa para botar a Moreno, porque fue quien tuvo la valentía de desenmascarar a su exaliado, que confió mucho en él. Lenín demostró que “la mesa no estaba servida” por el expresidente que ahora tiene 26 juicios penales por presunta corrupción, un expresidente y varios exfuncionarios presos, sin embargo, lo siguen apoyando equivocadamente quienes consideran que no les importan las imputaciones contra su líder, sino que los ayudó, los mimó, les dio bonos; construyó escuelas, colegios, hospitales, carreteras... Algunas de estas obras con sobreprecio o de mala calidad. Muchos no somos partidarios de Moreno, pero reconocemos que nos libró del prepotente insultador que hubiera vuelto para convertirnos en la otra Venezuela del hambre, la brutalidad y el terror.
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