El dictadorzuelo, sin proyecto de
reforma, Nicolás Maduro, y su lugarteniente Diosdado Cabello, mejor dicho,
Diablodado Descabellado, se jactan burlescamente de que en el Ecuador se produzcan
vandalismos indígenas y guerrillas urbanas correístas. Como agoreros del
desastre anuncian días peores. Se quitaron las caretas porque aseguraban que no
intervenían en los asuntos internos de sus vecinos del Ecuador y Colombia.
Maduro, Diablodado Descabellado y
Daniel Ortega, adoradores de Fidel Castro, tiene las características del tirano
Stalin de poner la moral al revés: lo que era malo se volvió bueno y lo bueno,
malo. El poder los corrompió absolutamente; cuentan con la fuerza de los
militares cómplices y apologistas que omiten sus malas acciones.
Son dictadores que perdieron de
vista que la dignidad y el bienestar humanos son fundamentos de todo progreso;
los derechos humanos no les importan, pues los muchos asesinatos los delatan.
Mientras ellos y sus grupos de
poder viven como reyes, los pueblos se mueren de hambre por falta de trabajo y
alimentación y de enfermedades porque no hay medicinas; emigran desesperadamente
por miles al Ecuador, Colombia, Perú, Chile.
Nos quejamos de la desigualdad
social, pero debemos elegir a gobernante probos, ser buenos ciudadanos, tomar
conciencia de qué emprendemos por nuestro país; más que pedir, podemos dar.
Recibir un gobierno del que
anhela reconquistar al Ecuador con violencia, Correa, ha sido una prueba muy
dura, ya que pocas veces un mandatario ha recibido el país en condiciones tan
catastróficas en lo económico y moral.
“El huracán latinoamericano” que
anuncia el pitoniso Maduro en favor de la liebre fugitiva de Bélgica y su
bandada de ávidos de poder no entrará en el Ecuador porque el mal destruye la
integridad, la felicidad y el bienestar de la república.
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