Lo dice el expresidente Oswaldo
Hurtado en el libro “Las costumbres de los ecuatorianos”, obra que es una
crítica a la forma de ser de los ecuatorianos que han impedido que nos
desarrollemos como país: la ociosidad, el paternalismo, el incumplimiento de la
palabra, el conformismo, la educación deficiente, el desinterés de producción
de bienes y servicios.
Sostiene que solo cuando la
sociedad se reconoce y toma conciencia de los defectos puede remediarlos. Es un
libro de economía. No de política. Cita que a mediados del siglo XX los países asiáticos
estaban más atrasados que el Ecuador y que ahora esas realidades se han
invertido.
Afirma que si el Ecuador tuviera
buenos ciudadanos, tendría buenos políticos, pero el Ecuador no tiene buenos
ciudadanos y por eso tenemos malos políticos, malos partidos y malos gobiernos.
La política y la democracia exigen ciudadanos con valores cívicos, que cumplan
con la ley, que paguen los impuestos, que se informen de la vida pública. Puede
aplicarse en los tiempos actuales a las dos pandemias que tenemos: corrupción y
covid-19. “Para muchos ecuatorianos, el dinero público no es dinero ajeno, es
dinero sin dueño, del que uno debe apropiarse. Quienes administran el dinero
público no lo cuidan como al propio”.
Es un libro duro, valiente, que
nos ayuda a reflexionar: cómo somos los ecuatorianos y a cambiar, si tenemos
voluntad.
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