La familia es el núcleo de la
auténtica y buena educación, es todo para el ser humano; la primera escuela de
fortaleza, de rectitud y moral. En estos tiempos difíciles de corrupción,
delincuencia, feminicidios, peculados… pareciera que muchas familias
ecuatorianas han perdido su razón de ser.
Nos asombra que en Ambato
agarraron a un sujeto que lleva 61 detenciones por robo, homicidio, tenencia de
armas, lesiones; así como 27 procesos judiciales. Como descarga oímos decir que
el desempleo, la pobreza, la mala educación han convertido las vidas de miles
ciudadanos en una pesadilla.
Si en el gobierno anterior se
creó una educación permisiva que sembró vientos para cosechar tempestades, por
qué el actual gobierno no terminó con las tempestades, es decir no emprendió
una reforma. La situación del delincuente de Ambato que hemos citado tiene otra
cara: nueve personas detenidas, entre ellas un asesor de asambleísta, por
presunta red de corrupción; siete casas de salud allanadas en menos de una
semana por presunto peculado. Aquí no cabrían las descargas porque los
profesionales que ocupan estos altos cargos se educaron en los mejores centros
educativos particulares, que en honor a la verdad son mejores a los fiscales;
además, ganan buenos sueldos y su mal ejemplo es excusa injustificada para los
delincuentes que aseguran: “Si los que ganan bien en puestos públicos roban,
nosotros también”.
Si la educación no nos ha sacado
del subdesarrollo, entonces debe reformarse para fortalecerse; los padres de
familia claman desde hace tiempo la enseñanza con valores, moral, ética,
historia patria, cívica, escuelas para padres de familia y así formar buenos
ciudadanos.
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