La pandemia del COVID-19 se ha
llevado a muchas madres que lucharon contra el virus, para ellas y para todas
nuestro homenaje: “La bendición de la madre alcanza hasta la eternidad”. Las madres
nos aman sin esperar nada a cambio, dan y no piden. Son nuestro refugio. Nos consagran
su existencia.
Sus ojos siempre nos iluminan
para no caer en el mal. La madre es un ser intermedio entre Dios y los ángeles.
Como el apóstol San Juan repiten una sola cosa de mil maneras: amor.
La madre es abnegación,
sacrificio, pureza, perdón, sonrisas, lágrimas. ¡Todo está amalgamado en su
corazón! Las madres son el mejor regalo que nos otorgó Dios. Decir madre mía es
orar. A las madres las amamos solo porque son nuestras madres, desinteresadas,
de fortaleza sobrehumana.
Honremos a las madres piadosas
que han caído, no solo con palabras de alabanzas para ellas; sino con
existencias que reflejen el impacto de su influencia santa en nosotros.
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