Un exarquerazo del equipo de
fútbol Barcelona y de la Selección del Ecuador se encuentra en apuros, ayer
atajó penaltis, hoy ataja críticas y acusaciones penales, pasó de héroe a
villano. Carlos Luis se convirtió en periodista deportivo sin ser periodista
deportivo, pero sus conocimientos del fútbol pudieron más, luego por su buen
desenvolvimiento pasó a ser presentador de otros noticiarios; después logró graduarse,
iba tan bien que llegó a ganar $10.000, un sueldazo, pero le picó el bichito de
la política sabiendo que iba a ganar menos. ¡Qué patriotismo!
Anduvo en algunos partidos sin
éxito hasta que el Partido Social Cristiano lo apoyó para la candidatura de la
prefectura del Guayas y ganó; hoy este partido le quitó el respaldo político y
pide que lo destituyan del cargo porque la Fiscalía lo acusa de presunto delito
de peculado y supuesto tráfico de influencias; tiene medidas sustitutivas de la
prisión preventiva, su esposa y sus hijastros huyeron después de que él los
denunció para que los investigaran.
Es considerado por la Fiscalía,
una de las cabezas de la corrupción que desnudó la pandemia del COVID-19, por
sobreprecios en insumos médicos; como también a asambleístas, funcionarios públicos…
Huele a podrido en hospitales y en ciertas alcaldías. ¡Poderoso caballero es
don dinero!
Qué lección deben sacar los
partidos políticos después de haber escogido a exdeportistas como a Pestañita
Morales, figuritas de la televisión, bonitas voces de la radio, oportunistas
sin preparación: que de todo palo no se puede hacer cuchara, que una cosa es el
deporte y la televisión y otra la vocación política, la preparación, que los
que escogen mal también tienen responsabilidad política, así es que zapatero a
sus zapatos en las próximas elecciones.
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