No hay que olvidar la revolución
del 5 de junio de 1895 porque a partir de ella el alfarismo logró grandes
obras: la construcción del ferrocarril de la sierra a la costa para fortalecer
la unidad nacional, respaldó a los artesanos e indígenas, separó la Iglesia
Católica del Estado, creó el Registro Civil, la educación laica, incorporó a la
mujer a los cargos públicos, defendió nuestras fronteras y la soberanía
nacional, creó los colegios normales para la formación de maestros y maestras,
obras públicas para muchas ciudades…
A propósito de la celebración de
un aniversario más de la revolución del 5 de junio de 1895, tenemos que señalar
que el expresidente Rafael Correa quiso identificarse con la figura del Viejo
Luchador, pero existe una gran diferencia porque Alfaro fue un funcionario
honrado con los fondos públicos; en cambio Correa dilapidó el dinero de los
ecuatorianos con obras mal construidas y con sobreprecios, confió ciegamente en
sus amigos a quienes colocó en importantes cargos públicos en que robaron
descaradamente y hasta hoy el Gobierno, la Fiscalía, la Corte Nacional de
Justicia y la Contraloría tratan de recuperar los miles de millones con los que
nos perjudicaron.
La fiscal general, Diana Salazar,
desde hace tiempo en primera instancia ha puesto en manos de los jueces a
presuntos acusados de peculado, sobornos, tráficos de influencias… Los jueces
tienen que cumplir con su deber de aplicar la ley después de valorar las
pruebas que presenta la Fiscalía; el pueblo reclama justicia y respalda a la
fiscal Diana Salazar.
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