lunes, 15 de junio de 2020

Sencillas maestras y alumnos sirven de ejemplos



En medio de tanta corrupción: peculados, sobornos, tráficos de influencias, asociaciones ilícitas para delinquir… la acción de ciertas maestras es digna de destacarse porque son buenas ecuatorianas.



La colegiala Dennise Toala, de 16 años, ayuda a estudiar a niños de la Cooperativa Realidad de Dios, en Monte Sinaí, todas las tardes bajo un árbol la apoya su prima de la misma edad y compañera de colegio, Jenny Pérez Calderón; ambas tienen la vocación de educadoras y no esperan nada a cambio.



La maestra fiscal admirable se llama Carolina Espinoza. Todos los días por las tardes se sube a su bicicleta, y con pizarra al hombro, va en busca de los alumnos que no tienen recursos para instruirse por medio del internet en Playas, Guayas. Caso único en estos tiempos en que esta voluntad de servicio no se ve en todos los maestros.


También son admirables los niños y jóvenes de un pueblo de Manabí que trepan a los árboles para captar la señal del internet, que contienen las enseñanzas de los maestros.

Hay muchos héroes anónimos entre nosotros, como estos, lo que indica que ciertos maestros sí tienen vocación y que muchos alumnos desean estudiar a pesar de las adversidades; no se dan por vencidos y luchan por salir adelante.

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