En medio de tanta corrupción:
peculados, sobornos, tráficos de influencias, asociaciones ilícitas para
delinquir… la acción de ciertas maestras es digna de destacarse porque son
buenas ecuatorianas.
La colegiala Dennise Toala, de 16
años, ayuda a estudiar a niños de la Cooperativa Realidad de Dios, en Monte
Sinaí, todas las tardes bajo un árbol la apoya su prima de la misma edad y
compañera de colegio, Jenny Pérez Calderón; ambas tienen la vocación de
educadoras y no esperan nada a cambio.
La maestra fiscal admirable se
llama Carolina Espinoza. Todos los días por las tardes se sube a su bicicleta,
y con pizarra al hombro, va en busca de los alumnos que no tienen recursos para
instruirse por medio del internet en Playas, Guayas. Caso único en estos
tiempos en que esta voluntad de servicio no se ve en todos los maestros.
También son admirables los niños
y jóvenes de un pueblo de Manabí que trepan a los árboles para captar la señal
del internet, que contienen las enseñanzas de los maestros.
Hay muchos héroes anónimos entre
nosotros, como estos, lo que indica que ciertos maestros sí tienen vocación y
que muchos alumnos desean estudiar a pesar de las adversidades; no se dan por
vencidos y luchan por salir adelante.
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