Guayaquil 15 de noviembre de 1922 |
Los mártires obreros de la matanza del 15 de noviembre de
1922, en Guayaquil, tuvieron compañeras en la huelga que declararon por el
hambre que azotaba al pueblo.
El diario El Guante, en la edición del 19 de noviembre,
informó de la muerte de la cocinera Esther Balbina Rivera. Su cadáver fue
llevado a su barrio para el velatorio; el ataúd estaba cubierto con la bandera
de la patria, fue protegido por 70 mujeres que insultaron indignadas a los
integrantes de la Zona Militar cuando pasaron por ahí.
Los obreros de Durán contaron que Tomasa Garcés, mujer de un
dirigente ferroviario, para evitar que las fuerzas del gobierno rompieran la
huelga, se acostó con sus tres hijos delante de la locomotora que iba a
emprender la marcha. Los hombres siguieron el ejemplo de esta valiente
ciudadana.
Al Hospital General de Guayaquil llegaban los heridos, de
cuyos labios, la médica Matilde Hidalgo de Procel escuchaba las aterradoras versiones;
ahí madres, esposas e hijas buscaban a los obreros desaparecidos.
Los dirigentes obreros confirmaron que muchas mujeres fueron
asesinadas cobardemente: Ángela Meza, Asunción Ramos, Balvina de Pausan,
Ceferina Romero, Francisca Casanova, Mercedes de Silva, Manuela Guzmán, María
Mayorga, María Morán, Otilia Gonzabay…
Cayeron junto a ellas, zapateros, peluqueros, sastres,
ferroviarios, hijos menores de edad; cerca de dos mil muertos aseguró el
historiador Benjamín Carrión, entre los cuales estaban aproximadamente 200
mujeres.
“Son los héroes del pan que estaban hambrientos, porque el
pan en mendrugos se lo tasan”; escribió en un soneto el poeta Francisco
Delcasty al día siguiente de la tragedia.
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