viernes, 15 de noviembre de 2019

¡Sálvese quien pueda!




Nunca hemos estado peor, vivimos una especie de sálvese quien pueda. Dondequiera que vamos encontramos escándalos de corrupción y violencia. Somos un país de pescadores en río revuelto con miras a las próximas elecciones presidenciales. No se respeta lo respetable. Las ansias de poder llevan a la vanidad y al conflicto. Todos versus todos. Los diálogos se desarrollan entre sordos porque cada quien es dueño de la verdad absoluta.

El sol del entusiasmo se ha apagado por especímenes ínfimos de la política, insultadores procaces que no respetan ni a las personas con discapacidades, como el presidente Lenín Moreno, tampoco a los opositores. Los indígenas son ejemplos vivientes de intransigencias, pues amenazan a funcionarios del gobierno que afanosamente recorren comunidades para dialogar con respeto acerca de lo que necesitan para encontrar las soluciones; se creen los nuevos dueños del país, dan palo porque bogan… tambores retumbando entre montañas con infinita terquedad.

Abogados que hacen gala de poder y dinero para maltratar y amenazar a agentes policiales y de tránsito, que después se disculpan públicamente para tratar de eludir presunciones penales; ejemplos del mal ejemplo, violencia que imitan alumnos y padres de familia para arremeter sin razón contra educadores porque aseguran que nadie puede ser reprobado ni disciplinado. Irreflexivos que destruyen al estilo de los correístas las estatuas patrimoniales de las iglesias.

Seguimos viviendo en el país de la regalada gana, donde cada uno es uno y tiene su propia ley, salvo excepciones… ¡Sálvese quien pueda!

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