Después de un mes de aislamiento
domiciliario, ya pensamos en que debemos salir en las zonas de menor contagio,
pero mientras nuestro nivel de conciencia y educación siga siendo elemental
corremos peligro; pues según cifras oficiales cada cuatro de diez infectados se
pasean por las calles y no toman precauciones, como por ejemplo la de llevar
mascarillas, que evitan el paso masivo de la saliva o de las secreciones con
las partículas virales.
Puede darse un rebrote del
COVID-19 como ha sucedido con epidemias como el dengue, que hace 30 años lleva
cinco mil casos en el Ecuador porque la gente no entiende que no debe de tener
criaderos de mosquitos; desgraciadamente existen condiciones ambientales predominantes
en grandes zonas de Guayaquil, como son la falta de agua potable, acumulación
de aguas negras, viviendas sobre aguas estancadas, basura… que constituyen una
permanente amenaza pública.
No hay que dejar puertas abiertas
en donde en cualquier momento puede entrar el contagio y el rebrote del
COVID-19; lo programas preventivos deben continuar y los ciudadanos acatarlos.
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