Nada de ceremoniales vistosos en
el Vaticano. Desde el comienzo el papa Francisco demostró sencillez y
austeridad. Terminó con los tocados de oro, zapatos rojos, mucetas de armiño;
simplemente necesitaba pocas cosas sencillas.
Ha recuperado la autoridad moral
de la Iglesia Católica. Llamó a los obispos y sacerdotes a salir de la
periferia y convertirse en instigadores y agitadores, pues existe el deseo de
llevar la presencia viva de Jesucristo a los olvidados, quienes necesitan
comprensión, ayuda y consuelo.
Hoy el papa Francisco es la voz
de la conciencia de los católicos, que sacude los espíritus y les inyecta
grandes dosis de energía y valor; ha logrado mucha popularidad.
Respetuoso de las demás religiones
del mundo, con cuyos representantes se reúne cada vez que es necesario, siempre
está dispuesto al diálogo.
Nuestros amigos católicos, que
leen este blog, me han pedido mi opinión acerca de la labor del papa Francisco
y aquí la doy con objetividad como periodista profesional.
Me han manifestado que todos los
fieles constituyen la Iglesia y no solamente unos cuantos, por tanto, siempre
se corrigen y piden perdón; están contentos porque el papa Francisco combate la
corrupción y con él la Iglesia ha logrado cambios significativos.
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