Todo tiene su tiempo. Tiempo de
curar; tiempo de edificar; tiempo de abrazar y tiempo de abstenerse de abrazar;
tiempo de paz… vivimos estos tiempos estos tiempos que señala el Eclesiastés.
Tiempo de curar. Todas las cosas ya fueron dichas, como algunos no
quieren escuchar es necesario insistir; cumplir con las normas de higiene y
quedarse en casa; nadie es inmune al COVID-19. No abrazar ni besar ni dar la
mano.
El pueblo debe aplicar la
sentencia que creó: “Dios dijo cuídate, que yo te cuidaré”. No deben pagar
disciplinados por indisciplinados. No nos queda más a los creyentes que encomendarnos
a Dios. Seamos valientes como manda; confiemos y esperemos.
Tiempo de edificar. La provincia del Guayas es la que presenta el
mayor número de víctimas de la pandemia, quizá porque es la más poblada y
activa; recibe a habitantes de todas las provincias ecuatorianas y a
colombianos, peruanos, venezolanos… que residen aquí. No es tiempo de esparcir
piedras: que el regionalismo no nos condene; es tiempo de estar unidos.
Tiempo de aprender. Imitemos a los alemanes que acogieron en sus
hospitales a los enfermos italianos y franceses; gran ejemplo de solidaridad,
hoy por ti, mañana por mí. Los países desarrollados deben ayudarnos.
Tiempo de valentía. Ganemos esta guerra a la pandemia, no nos demos
por vencidos sin luchar, la vida es lucha; si caemos, levantémonos.
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