A los niños y adolescentes de
antaño nos enseñaron a lavarnos las manos con agua y jabón de rosas antes y después
del desayuno, almuerzo y merienda; también a portar pañuelos para taparnos
cuando estornudábamos o tosíamos, recortarnos las uñas, llevar los zapatos bien
lustrados, andar siempre limpios… eran normas de la asignatura de Educación
Social y Cívica en escuelas y colegios. Como dice el tango: ¡Qué tiempos
aquellos! No es que todo tiempo pasado fue mejor, sino que la modernidad trajo
el desaseo y el descuido, en algunos casos.
El terrible COVID-19 ha obligado
a las personas para no contagiarse a volver a las normales prácticas de aseo
que hemos descrito; pues ahora cierta gente estornuda al aire libre, se limpia
los mocos con las manos, después de mascar chicles los dejan en los asientos de
los buses o lugares públicos, cogen los alimentos con las manos, se chupan los
dedos, escupen en el suelo…
Ojalá las normas de higiene que
nos han recordado perduren y no sean conveniencia del momento para evitar el
contagio de esta enfermedad; los maestros y los padres de familia tienen la obligación
de enseñar buenas costumbres como en antaño, así podremos ayudar a que no se
propaguen las pandemias.
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