viernes, 7 de agosto de 2020

Hay que dar al pueblo lo que es del pueblo

Ciertos políticos ecuatorianos obtuvieron altos resultados electorales a través de la historia porque convencieron a la clase desposeída de triunfar ante la clase alta, ya que la consideraron contraria a los intereses del pueblo.

Velasco Ibarra fue cinco veces presidente de la República porque arrastraba con la palabra a su “chusma sublime”; con el grito “pueblo contra trincas”, Carlos Guevara Moreno, fundador de Concentración de Fuerzas Populares, CFP, llegó a la alcaldía de Guayaquil; Assad Bucaram, heredero de CFP, con su lenguaje pintoresco y su estilo entre pugilístico y retórico declaró la guerra a las oligarquías y fue alcalde, prefecto y diputado; Abdalá Bucaram Ortiz logró una abrumadora votación para alcanzar la presidencia, pues  se presentó como  el “Loco” que amaba a los pobres y terror de los ricos; Lucio Gutiérrez manifestó que era  la esperanza de la clase baja y combatidor de la corrupción, con una corta vida política alcanzó la presidencia; igual que Rafael Correa, que combatió groseramente a los que llamó “pelucones” y ofreció hasta los imposible a los pobres.

El pueblo, siempre el pueblo, que los llevó al poder, pero no encontró todo lo que esperaba de aquellos gobiernos populistas; entonces los que tuvieran la oportunidad de gobernar debieran  dar al pueblo seguridad nacional, fuentes de trabajo, salarios dignos, vivienda, educación y  atención de salud de calidad, respeto a las leyes laborales, libertad de expresión, leyes que castiguen severamente a los que atracan los fondos del Estado, funcionarios públicos honrados… sí así lo hacen, el pueblo volverá a confiar y no se dejará ilusionar por los baratillos de ofertas.


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