Recibir un gobierno de manos de Moreno es una prueba de
fuego; pocas veces un gobernante ecuatoriano tendría que recibir el país en
condiciones tan catastróficas, en lo económico y moral, que están llevando a la
desesperación a todos los sectores de la población. Las consecuencias y efectos
son más grandes cada día: desempleo, delincuencia, corrupción generalizada,
atraso en los pagos de salarios a maestros y empleados públicos, falta de
medicinas y atención en los hospitales públicos y del IESS… El Estado necesita
mensualmente 1500 millones de dólares, los ingresos no sostienen a los egresos
de los roles.
La actual situación del Ecuador requiere de un gran
presidente que actuando con convicción y decisión, lleve a cabo los cambios y
transformaciones necesarios, que batalle por los intereses populares; no
folclóricos candidatos que prometen que de ganar harán campeón de la Copa
Libertadores de América a Barcelona, como si viviéramos solo del fútbol u otro
populista del nefasto correísmo que aspira a solucionar los problemas con
relaciones de la empobrecida Cuba y Rusia, rechacemos también a oligarcas
convertidos en populistas.
Si sabemos que con una pésima economía no se puede ser buen
presidente; entonces hay que revisar cifras con los candidatos y discutir sus planteamientos
con proyección, porque el pueblo necesita que le digan la verdad.
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