Lo sospechamos: los dos últimos feriados iban a aumentar el número de contagiados y de muertos en el país porque no hemos tomado conciencia de la responsabilidad de no contagiarnos; la gente se hostigó de usar mascarillas, lavarse las manos con agua y jabón, desinfectarse con alcohol y evitar las aglomeraciones.
Los guayaquileños no hemos aprendido la dolorosa lección, a
pesar de que tuvimos diez mil personas fallecidas en marzo, abril y mayo de
este año; pues sigue una gran cantidad practicando deportes sin normas de
bioseguridad en los barrios; asistiendo a comprar a la populosa Bahía, codo a
codo; organizando fiestas clandestinas con cien personas que beben licor y
bailan apegados.
No puede mantenerse un policía nacional o metropolitano para
cada persona. Debe preocuparnos que seis personas mueren diariamente en
Guayaquil por causa del contagio del coronavirus. En las playas se aglomeraron
los turistas para meterse al agua burlando los controles o comer mariscos en
los restaurantes donde no había espacio.
Está bien que la alcaldesa de Guayaquil, Cynthia Viteri,
haya sancionado a 7 propietarios de viviendas por organizar fiestas y
clausurado a 28 establecimientos; entre ellos los cangrejales, donde les
importa un comino la aglomeración y las normas de bioseguridad. Nos quejamos de
la mala situación económica, sin embargo, nos relajamos gastando en viajes,
bebidas alcohólicas, fiestas… A mayores relajamientos debe haber mayores
sanciones en las ciudades del país para evitar volver a caer en la pesadilla
anterior.
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