La profesión de periodista además de ser la más peligrosa del mundo es
también odiada. Sorprendió que Gabriel García Márquez, premio Nobel de
Literatura, habiendo ejercido siempre el periodismo le dijera a Margarita
Vidal: “yo me escondo de ustedes los periodistas que son unos hijos de pu…”
(Viaje a la memoria. Colombia 1997); pero paradójicamente reconoció que el
periodismo es el mejor oficio del mundo. El presidente estadounidense, Donald
Trump, calificó a los periodistas como los seres humanos más deshonestos de la
tierra; su asesor, Steven Banson, lo secunda al afirmar que los medios son la
oposición y deberían callarse porque no tienen inteligencia.
El expresidente Rafael Correa confesó detestar al imperialismo, pero
estuvo de acuerdo con estos pensamientos. Motejó a los comunicadores como
“odiadores disfrazados de periodistas”, “sicarios de tinta” y otras yerbas
venenosas. Solo nos queda decir que en el pasado y ahora ante la mafia
corruptora de la última década en nuestro país, la prensa ha sido fuerte,
independiente y muy profesional para investigar, denunciar y criticar, como por
ejemplo la permivisidad del expresidente Correa con las FARC, Fuerzas Armadas
Revolucionarias de Colombia; precisamente por investigar este hecho cayeron
asesinados cobardemente tres valerosos miembros del diario El Comercio: Javier
Ortega, Raúl Rivas y Efraín Segarra; también cuatro infantes de Marina quienes
constituyen un ejemplo de patriotismo. Ahora, Correa, sin poder ni leyes
protectoras ni paniaguados jueces debe responder legalmente; aplicando sus
expresiones, le recordamos: “prohibido olvidar”.
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