viernes, 10 de abril de 2020

Pilato: “No soy responsable por la sangre de este hombre” (Jesús)



Los que ostentaban el poder judío, dirigidos por Herodes, pero sometidos al imperio romano, aprovecharon la oportunidad de la Pascua judía (celebración por el final de la esclavitud de los judíos en Egipto) para capturar a Jesús, que fue señalado por el traidor Judas; Jesús se había responsabilizado de ser el hijo de Dios y de tener muchos seguidores.

Lo llevaron ante Pilato, el único que podía disponer la pena de muerte; pero se negó a juzgar la supuesta blasfemia. El Dios judío no era el de Roma. Envió a Jesús ante Herodes, este lo regresó a Pilato, acusando a Jesús de sedición, acto que se sancionaba con la pena de muerte. Pilato, presionado por los judíos, acepto condenar a Jesús, sin embargo, se lavó las manos y exclamó: “No soy responsable por la sangre de este hombre”.


Este gesto teatral de lavarse las manos ante el pueblo, muestra todo lo superficial e inconsistente de Pilato. La contradicción es atroz porque reconoce una y otra vez, y una tercera, la inocencia de Jesús, pero lo condena a muerte (Lucas,23,20-25).

El acto de este mediocre personaje nos deja como lección que hay que aprender a decir que no, es necesario ser personas de convicciones firmes; un juez no puede condenar a un inocente porque tiene que actuar de acuerdo con justicia.

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